"Diga siempre lo que piense, no por mi seguridad sino para su tranquilidad. No se olvide de esto. Si a usted se le ocurre una monstruosidad, no la oculte, porque si no la comunica la monstruosidad lo trabajará intermitentemente, de tal forma que va a llegar un momento en que no podrá dominar el impulso de cometerla..." (Los lanzallamas, Arlt).
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